La mayor parte de los residuos que van al océano proceden del interior. Todos nos enfrentamos a ella a diario: delante de nuestras casas, de camino al trabajo o al colegio, al hacer la compra, en la playa, de paseo… Si recoger la basura de los demás no te parece gratificante, piénsalo bien: hacerlo te produce una verdadera satisfacción, un profundo sentimiento de utilidad e incluso un cierto orgullo. Y sólo requiere un mínimo de organización (un guante permanentemente en el bolso o el coche, una bolsa de recogida…) y un poco de fuerza de voluntad…