En el Santuario de Pelagos nacen todos los años, en otoño, pequeñas crías de unos 6 metros y 2 toneladas.
Pueden vivir hasta 80 años, si su trayectoria no coincide con la de los veloces barcos frecuentes en verano y que no parecen poder evitar cuando respiran en la superficie.
Como en el caso de los cachalotes, éste es actualmente el principal riesgo de muerte accidental para ellos. De ahí el interés de las técnicas desarrolladas en colaboración con algunas compañías navieras para equipar los barcos con detectores y evitar las colisiones con estos grandes mamíferos.